miércoles, 5 de marzo de 2008

Violentos

Sabias son las conclusiones que se derivan del análisis de las primeras impresiones. Fue lo que pensé cuando ví el debate inicial y lo que concluyo cuando me siento a escribir después del segundo.

Rajoy y Zapatero estaban violentos. Se les notaba en la cara que aquello no era el terreno favorito para la contienda. Que el tono (dependiera o no de ellos mismos) no era el que hubieran elegido de haber tomado ellos mismos sus decisiones.

A quien más se le notaba era a Rajoy. Sobre todo en el primero de los debates electorales previos a las elecciones generales del 9 de marzo. La mirada se le iba a alguien ubicado detrás de las cámaras. O a un conjunto de personas. Pero no parecía decir "estoy inseguro" sino más bien "¿quién me ha metido en esto?".

Me ha alegrado comprobar en el segundo debate que a Zaptero le iba la partida en el mismo sentido, idea que se acentúa cuando oigo a Olga Viza afirmar que la conversación entre los contendientes políticos era amena antes de encenderse el piloto rojo de las cámaras.

Estaban violentos, quizá, porque alguien les obligó a vestir una chaqueta incómoda: "ahora toca ponerse fuerte", les dirían. "Y si te sale con esto, le respondes aquello".

Y así salió: intentado bajar a la arena del día a día con el precio de los huevos y preguntando al mismo tiempo qué es un bono-guagua.

Quizá un poco de sinceridad les hubiera venido mejor. Sin duda, les habría quitado esa cara de sentimiento violento que, desde mi punto de vista, marcó la actitud del futuro presidente de España en ambos de dabates. Sea quien sea.

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