miércoles, 19 de junio de 2013

Sunset Park

Editorial: Anagrama
Fecha de publicación: 2010
Páginas: 288 páginas
ISBN: 9788433976734

 

“La lectura es una adicción de la que no desea curarse”, escribe Paul Auster de Miles Heller (protagonista) en las primeras páginas de Sunset Park, hasta cierto punto una novela más dentro del amplio bagaje literario del autor, pero también un punto de inflexión en su narrativa.

Heller tiene veintiocho años y a los veinte desanudó los lazos que lo unían al mundo que hasta entonces había conocido. Una vez más, en Auster la historia se inicia con un cambio en la vida del protagonista: de escenario, de dedicación… Un camino hacia su reinvención. Miles no tiene ambiciones, sus únicos lujos son sus libros y una cámara digital con la que saca fotos de casas abandonadas. Y habría seguido así de no ser por una chica, Pilar Sánchez, de familia cubana exiliados a Estados Unidos, una adolescente de la que se enamora hasta el punto de que considera haber cumplido con su penitencia vital y decide reaparecer en su olvidado mundo anterior, el que le vio nacer. Y vuelve a Nueva York alojándose en Sunset Park, como ocupa de una vieja casa a las puertas de uno de los mayores cementerios de la ciudad.

Una vez más, los personajes de Auster viven marcados por hechos del pasado o por un presente desalentador, en una lucha constante por ir hacia adelante, por salir de agujeros indeseados hacia sueños casi imposibles. Y sucesos imprevistos los van ubicando en un mundo tan real que, en ocasiones, parece ser surreal visto a través de los ojos de los personajes, explicado con sus vivencias y reflexiones.

Y final es, sin embargo, una continuación. Una nueva vuelta de tuerca que bien podría ser el comienzo de otra guerra, donde el amor triunfará… o no.

Como aseguraba Manuel Rodríguez, en El País: “Si quieren pasar cinco o seis horas estupendas, déjense llevar por Auster".

miércoles, 19 de marzo de 2008

Una de ovnis

Esta es una de esas historias que han dado a Fuerteventura su fama de isla especial y, en concreto, a la zona sur, donde la playa de Cofete ocupa un lugar de mérito en la 'leyendología' popular.

Tres hombres que solían ir a pescar a Fuerteventura se encontraban aquellan noche en la playa. No era, en esta ocasión, la propia Cofete, pero sí muy cerca. La luna grande y una marea ligeramente revuelta auguraban una pesca de libro. Por eso los tres amigos se sitúan en los riscos, al norte de la cala. En la zona, uno tira de frente y los otros dos se alejan para que los nailon no se crucen de forma que otro encara la playa y el tercero se ubica en su paralela pero justo al otro lado.

Al rato de pesca, el que tira de frente observa cómo por la playa se acercan tres hombres vestidos de blanco. No eran horas para sermones a domicilio, por lo que el hombre recoge el hilo y retrocede hasta donde habían dejado las cajas y las carnadas. Allí se encontraba ya otro de sus amigos, que había abandonado su puesto de cara a la playa y se entretenía en anzuelar el aparejo.

El que tiraba de frente mira de nuevo a la playa y distingue detalles de las tres figuras: iban vestidos de blanco y no tenían rasgos faciales. Las cabezas, picudas, sólo estaban decoradas por dos destellos a modo de ojos y por todo adorno corporal.

El hombre no habla y su reacción es bien simple: agarra el nife y lo coloca sobre una piedra, sentándose encima. Junto a él, el que tiraba hacia la playa ya había abandonado aquella zona y continúa aparentemente ajeno a la escena.

El hombre levanta la cabeza. Aquellos tres ya tenían que estar a apenas unos metros de ellos y, para su sorpresa, no hay nadie. No ve a las tres figuras. Ni rastro. En la llanura, sin rocas altas o matorrales donde esconderse, la desaparición deja un vacío sin explicación científica.

Los pescadores vuelven a sus casas. Ningún comentario hace pensar al que vio aquellas figuras que sus compañeros fueran testigos de la visión que no le deja dormir. Por eso los reúne y comienza su historia.

Para su sorpresa, el compañero que tiraba hacia la playa también los había visto. Por eso había abandonado la zona y se había replegado, buscando asiento para esperar a los inusuales visitantse. E, igualmente, los había perdido de vista sin explicación.

La historia la cuenta el que tiraba hacia adelante. Sintió el alivio del misterio compartido pero aún hoy día se niega a hablar del suceso más que con los más allegados. Eso sí, en la retina le han quedado aquellas tres caras picudas sin rasgos humanos. Y la sensación de no estar solo.

martes, 11 de marzo de 2008

Manipulan

La guerra continúa. Y, como es sabido, en guerra todo vale.

Incluso que los alumnos protesten (¿casualidad?) contra la consejera de Educación y la cara que está presentando a los docentes en sus peticiones. Hoy escribo una lección de periodismo a modo de ejemplo de cómo algunos colectivos se empeñan en manipular para conseguir sus objetivos, una manipulación que implica permitir (y en la sombra alentar) que los estudiantes se queden sin clase.

Pasaban unos minutos de las 11.00 horas cuando recibo en la redacción de Canarias7.es una llamada. Era un hombre que decía ser profesor del instituto Santa Lucía y me informaba ("porque veo que no tienen nada en el periódico") de una sentada "espontánea" que hacían en ese momento los alumnos del centro en el que trabajaba. Al parecer, la práctica totalidad de los estudiantes habían decidido no recibir clases ante la medida adoptada por sus profesores de paralizar las actividades extraescolares a modo de presión frente a la Consejería, en el camino de la petición de homologación (salarial, cómo no).

Aparentemente sin mayor interés, el docente me detalla la situación en el centro y, siguiendo sin ese interés, me facilita el contacto para que me informe mejor y contraste la noticia.

Y como el periodista no cree nada que no contraste, sigo llamando. Y no sólo a la fuente referida, sino también a otras, sobre todo más objetivas. El resultado: están organizados desde la pasada semana, apenas llegan a la mitad de los alumnos de cada uno de los dos únicos centros en los que se realiza y, sobre todo, gritan en contra de la consejera y no de los docentes.

Manipulados, sentados en el patio y en la calle, hay mientras escribo esto al menos tres centenares de alumnos que hoy no recibirán clases. Si pueden leer esto, al menos que reciban una lección: la verdad absoluta no existe. La manipulación convierte las medias verdades en el partido que cada uno quiere ver.

viernes, 7 de marzo de 2008

Adiós a las fronteras

Por si quedaba alguna duda: Internet pone en liza las normas de las juntas electorales y, en concreto, la de no publicar sondeos en los cinco días previos a los comicios.

El primer paso lo ha dado El Periódico de Cataluña. Lo anuncia Canarias7.es, lo confirma El País y El Mundo lo pone en plataforma para que lo publique The Times.

Ánimo, compañeros. La red y nuestro trabajo están cambiando el mundo. Por el momento, ya hemos aniquilado las fronteras electorales.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Violentos

Sabias son las conclusiones que se derivan del análisis de las primeras impresiones. Fue lo que pensé cuando ví el debate inicial y lo que concluyo cuando me siento a escribir después del segundo.

Rajoy y Zapatero estaban violentos. Se les notaba en la cara que aquello no era el terreno favorito para la contienda. Que el tono (dependiera o no de ellos mismos) no era el que hubieran elegido de haber tomado ellos mismos sus decisiones.

A quien más se le notaba era a Rajoy. Sobre todo en el primero de los debates electorales previos a las elecciones generales del 9 de marzo. La mirada se le iba a alguien ubicado detrás de las cámaras. O a un conjunto de personas. Pero no parecía decir "estoy inseguro" sino más bien "¿quién me ha metido en esto?".

Me ha alegrado comprobar en el segundo debate que a Zaptero le iba la partida en el mismo sentido, idea que se acentúa cuando oigo a Olga Viza afirmar que la conversación entre los contendientes políticos era amena antes de encenderse el piloto rojo de las cámaras.

Estaban violentos, quizá, porque alguien les obligó a vestir una chaqueta incómoda: "ahora toca ponerse fuerte", les dirían. "Y si te sale con esto, le respondes aquello".

Y así salió: intentado bajar a la arena del día a día con el precio de los huevos y preguntando al mismo tiempo qué es un bono-guagua.

Quizá un poco de sinceridad les hubiera venido mejor. Sin duda, les habría quitado esa cara de sentimiento violento que, desde mi punto de vista, marcó la actitud del futuro presidente de España en ambos de dabates. Sea quien sea.

domingo, 24 de febrero de 2008

La resaca de otros

Hacía una mañana espléndida. El sol brillaba, calentando la tierra húmeda aún por el frío de la noche. En el campo, el verdor se acrecentaba, para deleite de miles de domingueros con niños traviesos. En la playa, la marea baja y el mar quieto invitaban al paseo matutino a los viejos de la zona.


En esos momentos, las camas de los más jóven estaban llenas de vida durmiente. Y la mía no era distinta de las demás. La vía había existido unas horas antes a través de las caretas, en ojos de caras pintadas a juego con indumentarias imposibles lejos del Carnaval.


Pero en las fistas de don carnal se permite todo. Incluso pasarte el domingo embebido en la tele o durmiendo a deshoras la resaca correspondiente.


Esas jornadas dominicales de resacas propias sólo se echan en falta cuando son pasado. Más bien, lo que se añora es la noche anterior, pero la conciencia se toma el domingo por la mañana, cuando el desperador de tu hija suena a las 7.20, igualmente que el resto de los días, ajeno completamente al día de la semana o la resaca de la historia.


Es entonces cuando te viene a la cabeza el tran traído "Un hijo cambia mucho la vida" y que sumerges en la nostalgia de otros tiempos, por los que, siendo sicera contigo misma, no te cambiarías.


Cosas de la vida.
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sábado, 23 de febrero de 2008

¿Cuánto vale mi voto?

Indecisa. Lo confieso. Aún no tengo claro a quién voy a votar el próximo 9 de marzo.

Es la primera vez que estoy en un punto tan sin retorno a tan poco tiempo de las votaciones. Y justo en este momento me llega a través de Mangas Verdes la idea genial: vender mi voto.

Ya lo hacen en eBay por hasta 100 euros.

Yo me conformo con 50.

¿Lo quiere? Pues responda a este post y será suyo.
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